La presente técnica de meditación tiene por objeto liberar y regenerar el sistema celular de nuestro cuerpo físico, así como activar nuestro ADN, en sus aspectos transpersonales, es decir, conectar con los códigos holísticos que van a llevarnos a alcanzar una etapa de vida más elevada, más auténtica y más cercana al origen esencial del Ser.
En el avance evolutivo, ya sea humano o de
cualquier otro ser vivo, siempre se produce una constante síntesis y mutación,
que es conducida por la experiencia y volcada en el inconsciente colectivo, de
forma que la expresión de vida siguiente, siempre, será más rica y verdadera
que la anterior. El proceso de evolución del hombre, requiere de una activación
quántica, que garantice el despertar de la multidimensionalidad del Ser Humano.
Cuando el Ser Humano se reconstruye quánticamente como lo que verdaderamente
es, con respecto al Universo en el que habita y existe, el paralelismo entre el
microcosmos y el macrocosmos se acentúa de tal modo que nada es tal y como lo
habíamos concebido anteriormente. Todo se expande. Pero para que eso suceda,
siempre todo tiene antes que concentrarse y contraerse. La confluencia entre el
hombre y el cosmos, se convierte en ese flujo de sístole y diástole, es el
pálpito del propio Universo, el que nos garantiza que somos y formamos parte de
él. Ajustado nuestro sistema celular a la nueva característica y una vez activado
nuestro ADN cuántico, la sanación del cuerpo es un hecho palpable, que va a
permitirnos continuar más allá del mundo experiencial físico.
Comenzamos…
Nos colocamos en nuestro espacio sagrado.
Cerramos los ojos. Relajamos el cuerpo, comenzando por las extremidades, tronco
y cabeza…
Respiramos profundamente…
Sentimos como el ritmo de nuestra respiración
se relaja, armonizándose con nuestro centro cardiaco…
Visualizamos y anclamos nuestro Ser para
emprender este precioso y mágico viaje.
Un increíble y poderoso haz de luz aparece
proyectado desde lo más elevado de nuestro Ser y se instala asimismo en nuestro
Corazón. Es la voluntad de nuestro Ser Superior.
Continuamos conectados al ritmo de nuestra
respiración…
Sentimos como nos conectamos más
profundamente en nuestro Ser…
Ponemos toda la intención en relajar todos
los músculos del cuerpo...
Y lentamente, entramos en un estado de
total relajación…
Seguimos respirando…
Concentrados y en silencio, para alcanzar
un estado de meditación profunda….
(pequeña pausa)
En este estado de profunda interiorización,
visualizamos una preciosa esfera, como si fuera una burbuja, nos aparece justo
ante nuestro chakra corazón. En ella volcamos toda la intención para poder
llevar a cabo este importante trabajo.
Observamos como la burbuja se llena de
nuestra intención y conforme lo hace, cambia de color.
Con la paz instalada en nuestro Ser,
realizamos una corta inspiración, y comprobamos como la esfera es absorbida por
el mismo centro cardíaco.
Ahora la esfera toma contacto con el
corazón físico y tal y como lo hace, notamos como comenzamos a fluir a través
del torrente sanguíneo. Sentimos claramente, el pálpito de nuestro corazón,
como el bombeo, nos arrastra por las arterias. Estamos fluyendo en nuestro
interior, de igual modo que lo hace la sangre. Sentimos como si estuviéramos
siendo arrastrados por la corriente de un río, y nos dejamos llevar.
Desde este río, podremos ir a cualquier
lugar de nuestro cuerpo. Es el momento de elegir destino. Podemos viajar al
órgano que en estos momentos necesite nuestra ayuda o bien podemos viajar por
todos los órganos de nuestro cuerpo, y así visitar nuestros pulmones, el
estómago, el hígado, el sistema reproductor y digestivo, también localizamos,
el resto de órganos cuya función es vital para estar vivos…
Lo primero que haremos es observar muy bien
el estado del órgano, visualizamos si emite una luz brillante y también el color
de ésta, o por el contrario si está apagado o su Luz es opaca. Observamos
detenidamente si tiene un aspecto saludable o bien podemos detectar lesiones…
(larga pausa)
A partir de este instante nos damos cuenta
que desde la esfera donde hemos puestos nuestra intención y que está instalada
en nuestro corazón, aparece un haz de luz sanador que se dirige al centro mismo
del órgano, estallando y alcanzando a cada una de sus células. Esta preciosa luz
de elevada frecuencia, envuelve el órgano con su intensidad y brillo…
Sostenemos viva esta visualización durante
unos instantes…
Nos detenemos unos minutos para poder
realizar este trabajo metódicamente.
(larga pausa)
Vamos ahora a viajar hasta nuestro ombligo,
allí nos encontramos con nuestras células madre…
Las observamos bien y nos introducimos
dentro de ellas. Al hacerlo, veremos que hay una membrana que recubre
perfectamente el núcleo. Nos fijamos en la elasticidad de esta diminuta e
importante parte de la célula. A través de la membrana, vamos a poder ver la
cadena de ADN.
Si nos fijamos bien, veremos que tiene
forma de serpentín, incluso podemos observar las hélices que la conforman.
Nos damos cuenta que ahora el haz de luz sanadora
que emana de nuestra esfera instalada en el corazón penetra dentro de esta
hélice, es entonces cuando la luz penetra y se expande emitiendo su poder
sanador en forma de códigos amorosos que van a restablecer cualquier avería que
pueda haber…
Mantenemos la visualización, durante unos
minutos, sintiendo esta regeneración y como los procesos transpersonales de
nuestro ADN, comienzan a despertarse para iniciar una nueva etapa de vida más
rica y saludable...
Sentimos como nos permitimos abrazar este
proceso sanador…
Sentimos como nos abrazamos con aceptación
y somos abrazados por el amor…
(pausa)
Cuando observamos las células, en este
viaje, podemos darnos cuenta de que son similares a un Universo, por tanto en
esa correspondencia, nos hacemos conscientes de que somos también un Universo,
por lo que podemos asegurar que contemos algo muy sagrado. Estas células deben
ser reconocidas, porque ellas también tienen que averiguar a qué Ser
pertenecen. Podemos incluso hablar con ellas, de modo que se sientan parte
integrante del Ser. Su funcionamiento entonces será como ese engranaje perfecto
que existe en el Universo, cada uno sabrá lo que tiene que hacer y por tanto cada
pieza, tendrá consciencia de que es sagrada.
Aprovechemos para darles las gracias
siempre que podamos, porque gracias a ellas, respiramos y sólo respirando,
vivimos.
El proceso quántico de la consciencia
multidimensional, ya se ha abierto. Ahora podemos despegar libremente nuestra
conciencia del cuerpo físico, para ir mucho más allá. Salimos de la célula y al
hacerlo regresamos a torrente sanguíneo que nos va a llevar de vuelta al
corazón.
Hemos llegado. Podemos sentir perfectamente
su latido. Ahora éste es limpio, constante, libre, no lleva consigo la carga de
las dificultades celulares que arrastraba.
Tras esta sanación, nuestro corazón, así
como todos nuestros órganos y células, se sienten saludables.
Tomamos consciencia de que al despertar los
niveles transpersonales de nuestro ADN, el paso hacia el hombre con conciencia universal,
se convierte en una realidad.
Nos sentimos gratamente emocionados y
agradecidos con nosotros mismos y con la propia vida, sintiendo como la
frecuencia de vibración de todos nuestros cuerpos se ha acelerado, elevándose.
Nuestro corazón bombea pura alegría…
Podemos sentir el latido y de él, parece
que emerge una música, se trata de la sintonía de nuestra alma, esa partitura
que cada día está más cerca de ser alcanzada.
Permanecemos escuchándola, bailando,
vibrando…
Integrados en la nueva vibración que emitimos
al Universo, sentimos como es el momento de regresar.
Nos conectamos nuevamente con el ritmo de
nuestra respiración. Notamos como es tranquilo, nuestro corazón bombea de forma
apacible y sosegada, se siente fuerte y generoso. Se siente lleno de capacidad
de amar y abrazar todo lo que la vida nos entregue.
Anclamos la salud de nuestras células a
nuestro Ser expresando una gran sonrisa.
Respiramos profundamente y poco a poco nos
conectamos con nuestras extremidades, el tronco y cabeza...
Nos conectamos con la Tierra…
y lentamente, podemos ir abriendo los ojos…
Bienvenido a la vida presente y a la vida
consciente…
Texto y Narración a cargo de Núria Gómez y Karme
Millán